domingo, 30 de junio de 2013

HASTA QUE LLEGÓ SU HORA ( La violencia hecha poesía)


Quizá el tren, el hombre y la belleza femenina estén lejos de la poesía o de los muertos que indican el camino de los raíles que no son el reflejo de la muerte más canalla. Se trata de un apeadero de tren en la vasta planicie de los escenarios americanos de las películas del oeste.Todos son rudos, increíblemente rudos e ignorantes; tal vez muy cerca de la muerte o del agua que es necesaria para el capitalismo.Los malos se convierten en buenos y los buenos se transforman en más buenos con el güisqui.Y las  gentes soportan el duro calor para esperar el final de un tren que no llega. Las maquinas de afeitar adolecen por su ausencia y las barbas hirsutas y llenas de polvo iluminan la pantalla por momentos como para desechar el temor de los que llevan los revólveres.La música acompaña.Los primeros planos son de Sergio Leone y las miradas se vuelven amenazadoras o sutiles escorzos que advierten de la posibilidad del soslayo.Los hombres malos sonríen ante "Cheyenne"( Jason Robards) que no es otro que otro "malo"."Armónica"( Charles Bronson) no es buen actor, pero sí buen personaje.Casi todos son fantasmas que muestran una debilidad : vivir entre los humanos.Parece que todo está lejos de la realidad cotidiana del siglo XXI.

Y la soledad de encontrarse con nada cuando quieres salir del mundo de la prostitución, cuando vuelves a creer en la redención y lo bello supera a lo religioso. Se trata de la señora Macvie ( Claudia Cardinale). Y otra vez la música de Ennio Morricone. Y, en ese momento, intuimos que la maldad ya ha desaparecido y el café puede volver a burbujear en las cafeteras metálicas del oeste que han visto morir a mucha gente.Nadie es un canalla en esta película como los hombres y mujeres que han luchado con inteligencia contra los otros hombres y mujeres.

El sexo es bárbaro, apasionado y dulce.Nadie entiende la situación de esos seres abandonados a un montón de porquería, que es la avaricia.Y un protagonista-tipo que no deja de sonar la armónica por un hecho pasado, indefectible; un bandido que ha convertido en melodía la venganza asquerosa de las almas que aún no habitan el cielo.Casi todo es problema de tiempo.El tiempo de adquirir las posesiones que habilitan al tren a circular por el camino que desea el potentado.Incluso cojeando no ha tenido valor de suicidarse.La soberbia no impide encargarse de los asuntos sucios. Y vuelve a sonar la armónica, metáfora sincera de la maldad o venganza.

Frank ( Henry Fonda) es bello, poco dulce, vengativo y valiente, pero...interesado:El dólar y el polvo de la tierra lo convierten en un ser cruel.O..¿quizá sea su alma, carente de dolor de no saber resolver los pequeños problemas infantiles que marcaron en sus ojos un odio sutil y una amable actitud ante la muerte ineluctable.Los bandidos reales- los que quieren botín de la arena del desierto- están enterrados en su propia miseria recordando a su madre cuando ya nunca no existe.

Sigue el tren los caminos que no tienen ya fin. La humillación laboral aparece en los chinos que solo limpian la ropa; hoy la hacen de marca con callada presencia de los hombres honrados. Y circulan los trenes más allá del destino, encontrándose , a veces, a caballos  muy dulces que solo anuncian presencia inhumana del destino más cierto: el papel siempre verde que ya encierra a los torpes.

Y siempre el agua como motivo directo; esa que  es acaso  un viejo reclamo del desierto que humedece las visiones de fábrica.Centenares de miles , de millones de dólares a los cuales acuden los que son más avaros, las mujeres más bellas y los de suelo infundado ( esos locos que piensan que el dolor  simplemente ya es un ligero papel  todo él ya sellado).

La mujer, sin remedio, ya descubre lo íntimo y resurge dos veces de su amor olvidado.El que la ama indecente la matara dos veces si la vida gustara, pero cierra los ojos al sentir las caricias de ese hombre que mató hace tiempo al  marido.Y lucha frente a frente , sin rencor ni recuerdo.Podría ser su pareja, pero el odio es más fuerte.Al final la subasta nos anuncia un buen fin y no termino la historia para no descubrir el calor de la tira, el sabor del buen vino.

Descubrídla esta tarde o, tal vez, de mañana. Esta historia es un dulce que no tiene final.